Un mareo instantáneo y terrible se apoderó de mí

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Parecía preguntarme qué más podía hacer

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Soy un viejo que no tiene caballos

Su fortaleza fue volviendo poco a poco. Hay que vivir en un sitio y operar en otro. Había preguntado si no era posible que en las comisarías lo supiesen.

Mucho más corto y más fácil. La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Pablo antes era muy valiente.

Los periodistas tenían ya la estilográfica en la mano. Este tosió, hojeó el expediente y se volvió hacia mí abanicándose. Siguieron más disparos y la segunda forma se desplomó.